dijous, 9 de juny del 2011

Declaración de amor en tiempos de guerra.

La cosa estaba que ardía, la declaración de guerra no era broma, iba enserio! Los hombres del pueblo se unían al ejercito del rey, yo no sabia donde meterme, la que había liado!
Desde el ventanal de mi habitación veía como se entrenaban, con las espadas de acero, que al chocar chirriaban y echaban chispas, mi príncipe se lo tomaba enserio, pero no tenia mucha fe en el ya que Sir Domus tenia un ejercito bastante mas grande y fuerte, íbamos a morir todos y yo me quedaría con el príncipe equivocado.

El día se acercaba y el ambiente estaba tenso, el príncipe no se alejaba de mi, no quería dejarme sola en esa situación, me dijo que si caía en la guerra, que no me fuera con Sir Domus, que quería mi felicidad por encima de todo, pero no con el.
Estábamos cenando en el salón principal con toda la familia, seria la ultima vez que lo vería? Ya no podría oler su perfume? Despertarme cada día a su lado? Todas esas preguntas me daban vueltas en la cabeza, de fondo oía al príncipe hablar del honor, el respeto, de la valentía que tenían los hombres del pueblo al unirse a el, el rey estaba orgulloso de su hijo! La reina sufría en silencio, mientras yo en mi mundo, pensando que difícil ser princesa.

Nos quedamos solos en el salón, i entre lagrimas me dijo que me quería mucho, que le diera fuerzas para superar esta guerra, que estuviera a su lado en todo momento, no quería que en tiempo de guerra estuviera en palacio, que ya se ocupó de eso, me dijo que tenia un protector amigo de el, el cual me cuidaría mientras estuviera luchando, no me podía quedar en palacio? Quería estar a su lado! Subiendo las escaleras hacia la habitación, me pregunto si quería casarme con el, me quede helada, (dos peticiones en tres días, que fascinante!) le dije que ¡SI!

Me besó, tenia los labios cálidos, mientras me acariciaba el rostro sonrosado, sentía ese beso como una despedida, con los cuerpos desnudos, nos entrelazamos en una noche de amor y dulzura, entre las sabanas de seda y a la luz de la luna que asomaba tras el ventanal, las siluetas de nuestros cuerpos se unían en uno….

(nadie dijo que fuera fácil ser una princesa)

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